viernes, 15 de abril de 2011

Almas Gemelas II

La llegada - Parte 2

No tenía idea de cómo reaccionaría Brooke al verme, lo cierto es que le entendería si se dispusiera a lanzarme cuanta cosa tuviese a mano. Neil estaba preparando la cámara para tenerla lista en el momento adecuado, no me había dado cuenta que suspiré sino hasta que escuché la risita socarrona de mi colega a mis espaldas.
- ¿Es ella? -preguntó mi atractivo fotógrafo ubicándose a mi costado mientras seguía el curso de mi mirada.
- Sí -fue lo único que respondímientras la contemplaba.
Brooke había llegado al parque y miraba en distintas direcciones, haciendo ondear su bolso de mano. Me convencí a mí misma de que una de las dos tenía que dar el primer paso, pues ella ya se había dado cuenta de que me encontraba allí, y decidí hacerlo yo. No iba a esperar que, después de haberla abandonado, fuese mi mejor amiga quien se animara al primer acercamiento después de tres años.
Justo después de su aparición, se le acercó un joven de cabellos negros y dulce mirada. Por un momento mi corazón saltó de su lugar con especial euforia hasta que se dio a la fuga recogiendo los pedacitos en el camino.
¡Lance besaba a Brooke!
¿Cuándo había pasado todo aquello? Claro, ahora entendía por qué mi mejor amiga no se había molestado en escribirme un mail, o llamarme siquiera. Pero yo tampoco lo había hecho.
No podía evitar sentirme culpable, después de todo, quizá su unión sólo había sido resultado de haberse consolado mutuamente. Pues mi ego y mi orgullo deseaban permanecer intactos y creer que todo lo que estaba pasando era por mi causa, aunque de ese modo también doliese.
Me ruboricé un poco e hice que miraba un nido de pajaritos en el árbol debajo del cual estaba parada. Miré hacia atrás, ¿en qué momento había empezado a caminar? Neil me observaba con ojos medio burlones, medio compasivos. Era probable que hubiese entendido toda la situación; así como también la entendieron Lance y Brooke, ya que ambos se separaron y fue ella quien empezaba a acercarse ésta vez.
Mi corazón saltó una vez más tirando los pedacitos que había logrado juntar.
- ¿Nina? -preguntó con exagerado entusiasmo, podía notarse lo avergonzada que estaba, al igual que yo.
- ¿Sorpresa? -dije con una risita que bien podría sonar histérica, todavía no salía de mi aletargamiento.
Brooke frunció los labios y de pronto sus ojos adquirieron un tono de culpa y tristeza.
- No quería que te enteraras así -admitió con un encogimiento de hombros.- Me hubiese gustado contarte lo mío con Lance, pero las llamadas a Italia salen carísimas -sonrió a modo de broma. Le devolví la sonrisa, pero no estoy segura de que me haya salido natural.
- No me lo creo -dije ladeando un poco la cabeza para ver a mi ex-novio. Se había quedado atrás con las manos en los bolsillos y con actitud de remordimiento.- Me alegra ver a mi mejor amiga tan feliz -en eso no mentía. Independientemente de quién era su pareja, me ponía contenta verla así, enamorada.
- Sí, lo estoy -entonces me dejó ver la más sincera de sus sonrisas, por un momento me atreví a soñar que todo era como antes.- Por cierto -no duraría mucho, por supuesto- , ¿has visto a alguien con pinta de periodista? Alguien de Stile. Se supone que tenía que entrevistarme.
En ese momento recordé la verdadera razón por la que me encontraba allí, con ella. Aunque el desear verla también fuese una de ellas, la entrevista era el motivo que me ayudaría a pagar la compra del piso que estaba adquiriendo en Italia. Me sentí una aprovechadora.
- Sí, soy yo. Cubro la sección de moda -saqué del bolsillo de mi chaqueta una mini grabadora y se la mostré.
- ¡Vaya!¡Debe ser genial! -al instante, se escuchó el sonido de una alarma. Brooke extrajo de su bolso un pequeño aparato de color negro, ¿era un GPS?.- Un segundo, tengo que llamar a mi asistente. He de impedir que convierta mi pantalón de diseño en una falda.
Se alejó unos cuantos metros y empezó a tararear mil instrucciones y emitía quejas y gruñidos, me pareció escuchar un ahogado grito de terror, hasta que Neil se me acercó y me dió un suave golpe con el codo.
- Trabajo -me recordó.
- Lo sé -le dije poniendo los ojos en blanco.- Ahí viene -Brooke se acercaba torpemente debido a la rapidez de sus pasos.
Neil fingió que tenía que darle unos cuantos toques a su cámara y volvió al mismo lugar donde le había dejado antes, no parecía agradarle mucho mi amiga.
- ¡Uf! En mi tienda, la cosa está que arde -gruñó- ...literalmente.-fruncí el ceño de manera solidaria.- Será mejor retrasar la entrevista, me la puedes hacer en el 320 de Lex esta noche. He reservado una mesa para celebrar que has vuelto -¿¡Qué!?- Puedes darme las gracias esta tarde. -y se fue caminando con aquella forma muy particular suya.
¿De qué la daría las gracias?¿De querer lanzarme al foso de pirañas? No estaba lista para ver a nadie más, las cosas deben hacerse de a una por vez, ¿no?
Entre todas estas crisis internas vi que Lance todavía se encontraba en el parque, miraba fijamente uno de los nidos de los árboles. Siempre le había gustado ver animalitos pequeños, y se hacía tiempo en sus clases de Derecho para visitarlos.  Me preguntaba si...
- ¿De verdad has vuelto? -me preguntó luego de ladear la cabeza y mirarme. Ni siquiera había dicho Hola.
- No creías que me iba a quedar para siempre, ¿o si? -crucé los brazos en mi espalda y me paré a su lado para ver también aquel nido. Aunque en realidad lo miraba a él sin que se de cuenta.
Lance torció la boca y respiró hondo. Me invadió la extraña sensación de querer abrazarlo, recuperarlo. Ahora estaba con mi amiga, sí, pero no podía evitar desearlo. Siempre lo quise, a pesar de que era un error ya que yo lo había dejado.
- Pues parecía que sí -dijo sin apartar la vista de las aves.
Suspiré y él hizo lo mismo. Me ruboricé y agradecí no estar frente a frente pues se hubiese dado cuenta; al mismo tiempo me sentí culpable, no podía creer que estuviese deseando besar al novio de mi mejor amiga... ¡Pero qué vaina! Primero había sido MI novio.
- Me parecía verte por la calle todo el tiempo, pero no eras tú -admitió y me percaté de que ésta vez me miraba con fijeza. Sus ojos negros me atraparon durante unos segundos, tuve que obligarme a buscar otro nido por que, gracias a Lance, había perdido la ubicación del anterior.
- Bueno, ahora sí soy yo -sonreí aún sin mirarlo y me encogí de hombros.
- Sí. Qué raro, ¿verdad? -me arriesgué a mirarlo de soslayo y ya no me observaba tan fijamente. Podía admirarlo un poco en silencio.
Era una locura creer que se había vuelto más guapo en todo este tiempo, pero así era. Seguía siendo el mismo chico tranquilo que yo conocía, un poco tímido, no había cambiado nada; si acaso se veía mucho más lindo. Pero de eso ya me había dado cuenta.
Parece que sintió mi mirada y tuve que volver a buscar otro nido, nuevamente había perdido al anterior. Lance respiró hondo por segunda vez antes de volver a hablarme.
- Perdona. Esto es como demasiado incómodo -¿Incómodo? No entendía- Tengo que irme -se giró y se perdió entre los árboles hacia la entrada del parque.
Me habría gustado despedirme de otra manera, pero no me dió chance.
Así que volví con Neil y le comenté lo que había pasado con Brooke y la invitación de aquella misma noche. La anécdota de mi ex-novio me la guardé, él no tenía por qué saber todos los detalles, ¿verdad? Aunque él ya lo había notado.
- ¿Serás capaz de terminar la entrevista ésta noche? -me preguntó mientras caminábamos juntos hacia la avenida, en donde habíamos estacionado nuestros autos.
No sabía qué responderle, no estaba segura de lo que quería hacer aquella noche. Por un lado, me encantaba la idea de volver a ver a mis amigos, pero por el otro, me asustaba el hecho de que todos me odiasen por mi abrupta partida. ¿Y si ellos no me perdonaban?
- No, creo que podríamos entrevistar a otra diseñadora -sugerí haciéndome la superada.
Neil pareció encontrar graciosa mi respuesta por lo que soltó una ligera carcajada.
- ¿Realmente vas a permitir que te afecte? -preguntó son una enorme sonrisa que me hizo desear ser tragada por la tierra. ¿Estaba siendo tan obvia?- Creí que Brooke era tu mejor amiga -me acusó.
- ¡Así es! -intenté defenderme.
- ¿Cuál es el problema entonces?
- ¿Una fiesta de bienvenida?¿En serio? -dije con sarcasmo mientras reía de forma histérica- Ellos irán juntos ... -señalé con el pulgar el sitio donde habían estado Brooke y Lance- y yo estaré sola.
- ¿Y por qué ibas a ir tú sola?
Nos detuvimos frente al estacionamiento del parque y le miré confundida.
- ¿Te estás ofreciendo? -pregunté dubitativa.
Neil sonrió, medio avergonzado, medio entusiasmado.
- Sin duda, es mejor plan que el festival de limpieza de cristales que yo me había organizado. -enarcó una ceja de modo sugerente- ¿Qué dices?¿Te apiadarás de un pobre chico perdido de Illinois? -su gesto infantil me convenció y reí, aunque todavía tenía dudas.
- Pensé que odiabas a los chicos de éste ambiente -le acusé escrutando su rostro.
Neil sonrió aún con más ganas, no entendía qué de gracioso o divertido encontraba en mis comentarios. Me rehusaba a pensar que me tomaba como su bufón personal, pero debía admitir que me era fácil ser yo misma en su compañía, a pesar de conocerlo hacía apenas unas cuantas horas.
- ¿No te gustaría demostrar que me equivocaba? -asentí devolviéndole la sonrisa- Un momento, ¿hay que ir de etiqueta o algo así?
De pronto la entusiasmada fui yo.
- No te preocupes. Pasaré a verte un poco antes. ¡Seré tu estilista! -me giré hacia mi coche y le dediqué la más inocente de mis sonrisas, aunque sabía que estaba cargada de suficiencia.- ¡Nos vemos!
Así que ya tenía pareja para la fiesta...




Continuará...

jueves, 7 de abril de 2011

Almas Gemelas I


La llegada - Parte 1

Italia. Extrañaría aquel país. Me parecía una absoluta ridiculez tener que volver al lugar de donde había escapado tres años atrás. Definitivamente todo había cambiado, mis amigos podrían haberse casado ya, o talvez se mudaron. Y yo nunca me habría enterado de nada pues había perdido todo tipo de contacto con ellos. Justo en mis mejores semanas, mi jefe decide mandarme de vuelta a Nueva York por que según él, al ser jefa de redacción, tenía que dar el ejemplo. “No existen victorias sin sacrificio”. Menuda soga me estaba poniendo al cuello, y yo ni siquiera estaba preparada para volver a ver a nadie de los que había dejado atrás.
Durante mucho tiempo me convencí de que ya lo había superado, pero ahora que me ponía a pensarlo no estaba del todo segura. ¿Qué pasaría si reaccionaba mal? Sería un bochorno.
Afortunadamente, y gracias a la revista para la que trabajaba (una de las más prestigiosas en Italia), conseguí el mejor piso de la ciudad. Era bastante cómodo y acogedor. Constaba de una amplia habitación en el primer piso, que incluía: la cocina, una pequeña mesa para el comedor, unos cuantos muebles en la sala y varios estantes de madera pegados a la pared. En ellos coloqué algunas de mis pertenencias: una cámara de fotos (fue la primera que utilicé para conseguir trabajo en la revista, parecía mentira cuánto había evolucionado laboralmente desde entonces), un reproductor de CD y revistas (los últimos cuatro números de “Stile”, mi pasión).
Dejé las maletas tiradas en uno de los muebles y corrí por la escalera de caracol al segundo piso, me interné en el baño un buen rato para relajarme en la tina y, poco después, me encontraba estiradísima en la cama. Estaba muerta del cansancio.


No me había dado cuenta de que había amanecido hasta que el teléfono empezó a timbrar con tanta fuerza que, del susto, me caí de la cama golpeándome la cabeza en la mesita de luz que se encontraba a la izquierda. Me incorporé como pude, avergonzándome sin razón, y abrí las cortinas para encontrarme con una mañana bastante soleada. Caí en la cuenta de que no era Italia donde me encontraba. Tenía la esperanza que el viaje en avión del día anterior y mi jefe diciéndome lo que tenía que hacer, no había sido mas que una pesadilla. Mientras tanto, el teléfono seguía sonando. Me apresuré hacía él con el cuerpo totalmente pesado y tomé la bocina para contestar:
 - Buon giorno –me reí de mi misma mientras ahogaba un enorme bostezo, parecía que mi mente se encontraba en Italia todavía.
- ¿Srta. Worthington? –preguntó una voz masculina al otro lado del teléfono, parecía apurado.
- Llámame Nina –otro bostezo.
- Soy Neil, tu fotógrafo. ¿No íbamos a ver a un cliente?
¡Lo había olvidado! Un cliente, y ni siquiera me habían dicho el nombre como para yo poder manejarme con más facilidad. Bonita manera de empezar mi primer día como “hija pródiga”.
- Lo siento, lo siento, lo siento -tonta, ya te escuchó la primera vez.- ¿Dónde estás?
- No sé. En la terraza de una cafetería… En el parque –trataba de adivinar donde era que se encontraba con las pocas pistas que me daba- Y hay patos …
- ¡Central Café! –era el único lugar con terraza y patos al mismo tiempo, definitivamente me encontraba en Nueva York.- Voy allá.
No me tomó mucho tiempo bañarme, vestirme, tomar mi bolso y salir corriendo al encuentro de mi fotógrafo. Sólo esperaba que el chico fuese una persona que perdona fácilmente. De otro modo, ya habríamos empezado en el pie izquierdo. Mi día no podía ir peor.

El parque en el que lo encontraría era bastante grande, pero gracias al cielo que sabía hacia donde dirigirme con exactitud. ¿Siempre ha sido tan colorido?. Demasiado verde, prefería el gris.
En una de las mesas de la terraza, se encontraba un joven bastante bien parecido con una camisa a cuadros y unos jeans azules. Tenía en las manos una cámara de fotos, parecía estar revisándola; supuse que era él a quien tenía que ver.
- ¿Neil? Lo siento – me disculpé una vez más cuando estuve por fin frente a él. Sus ojos amarronados me miraron con curiosidad y traté de sonreírle para parecer amable. Aunque, por cómo me miraba, debía de haberle dado un sopapo. ¿Desde cuándo se mira así a la gente?- ¿Puedo echarle la culpa al desfase horario? –él me dedicó una sonrisa y, entonces, mi respiración se fue acompasando. No había peligro.
No pasa nada.-se había puesto de pie. Además de apuesto, caballero.- ¿Nos sentamos?
Asentí y corrí una de las sillas para estar frente a frente. Parecía un chico bastante sencillo, no era el tipo de gente que solía frecuentar tres años atrás. Y tampoco parecía que le gustaran los niñitos de “la clase alta”.
- ¿Treinta dólares por una hamburguesa? Ni que llevase carne de algún animal en peligro de extinción. –se quejó. Aparentemente ya había estado averiguando precios para el desayuno.
- No eres de Nueva York, ¿verdad? –me aventuré a preguntarle.
- No –se encogió de hombros- pero Chicago también es bastante grande.
Asi que era nuevo en la ciudad. Hasta podría sentirme identificada, de no ser por que yo había vivido aquí hasta que decidí huír.
- ¿Y tú? –me preguntó mirándome nuevamente con esos ojos curiosos.
- Soy de aquí. Pero todo me resulta bastante nuevo.
- Sí. Sé de que me hablas –me sonrió y casi al instante su expresión cambió por una de recelo e intriga- Un momento. No eres de esas niñas de colegio privado y armarios llenos de ropa de diseñadores, ¿verdad?
Le miré sorprendida. ¿Acaso había hurgado en mi casa y había descubierto el modo en que vivía antes? Di un suspiro.
- Lo era –admití- pero acabo de volver de Italia. He pasado los tres últimos años allí, así que ya ni sé quién soy –me mordí el labio.
- Uhm…-pareció pensar con cuidado su respuesta- Bueno, apenas te conozco, pero diría que eres bastante simpática –y entonces, nuevamente su sonrisa inocente.- Aunque, después de tres años, tendrías que estar feliz de volver a ver a tu familia y a tus amigos. Y … ¿A tu novio?
- Ex – le corregí rápidamente.
Lance. Mi subconsciente aún lo recordaba, pero trataba de no hacerlo tan seguido. Muy a menudo dolía pensar en él y en lo que pudo haber sido de no haberme ido a Italia. Pero las decisiones se había tomado y las cosas pasaron de ese modo, no podía hacer nada para arreglarlo.
- Ya. Parece que alguien aún está enamorada –comentó Neil sonriente. Se la devolví.- Sea como sea, seguro que estás mejor sin él.
Volví a sonreír y no respondí. ¿De verdad estaba mejor sin él? Bueno, había logrado llevarlo bien sin tenerlo a mi lado. Contaba, ¿o no?.
- Ya basta de hablar sobre mí, hablemos de ti.- sugerí mostrando interés en la historia de su vida, sea cual sea.
Él ladeó la cabeza y frunció los labios con gesto de aburrido.
- ¿Qué quieres saber?
- ¿Cuándo empezaste a interesarte por la fotografía? –le pregunté tomando su cámara y visualizando a una pareja que se encontraba en una mesa adjunta a la nuestra.
Neil sonrió de oreja a oreja, parecía que había tocado el tema exacto para mantener una conversación que sólo girara en torno a él. Y eso me alegraba.
- Mi hermana –dijo orgullosamente- Ella me postuló para el anuario, así que tuve que fotografiar a todo el mundo allí. Se me dio muy bien, la verdad.
Neil tendría sus veinticuatro años, no más. Lo que quería decir que llevaba fotografiando mucho menos tiempo que yo, que lo hacía desde los nueve. Bastante precoz. El hilo de mis recuerdos, que me habían llevado hasta la primera vez que fotografié unos tulipanes, se vio interrumpido con la pregunta de Neil.
- ¿Qué sabes de esa tal Brooke Taylor, a quien vamos a entrevistar?
¿Cómo?¿Brooke?¡Pero si es mi mejor amiga!
- ¿Eso es lo que tenemos que hacer? –pregunté más entusiasmada, aunque se me quitó casi al instante ya que me sentía un poco culpable por haberla dejado a ella también.
- ¿El editor de Stile no te lo ha dicho? –se sorprendió de que no supiese nada hasta el momento.
- ¡Qué va! Él sólo se ocupó de arreglar mi agenda –bufé y el largó una carcajada.
- Entonces, ¿la conoces?
¿Que si la conocía? ¡Claro que la conocía! Habíamos sido amigas desde el útero y habíamos prometido ser siempre mejores amigas. Parecía tan lejana esa promesa ahora. Sin embargo…
- Si, y creo que ahora mismo destaca bastante en el mundo de la moda –lo sabía por que había seguido su carrera muy de cerca. No los contactaba, pero por lo menos me informaba un poco, aunque fuese muy de lejos.
Neil no parecía muy contento, aparentemente le molestaban en serio las personas con dinero. Pero que tengan dinero no quiere decir no sean buenas personas, ¿verdad? Lo cierto es que en ese momento me estaba muriendo de ganas por salir al encuentro de Brooke. Le había echado mucho de menos. ¿Cómo reaccionaría al verme?


Continuará...

martes, 5 de abril de 2011

Siempre

Desde lo más profundo ... lo siento. Nunca fue mi intención causarte daño y tampoco hacer que te vean de esta manera. Tampoco creí que llegaría ésto demasiado lejos, pero las cosas se fueron dando y, cuando había que actuar, fue difícil detenerlo. Te quiero. ¿Te lo he dicho?

Perdón.

Parece imposible no saber la cantidad de veces que harían falta para que me perdones. Pero tampoco me cansaré de decírtelo. Te lo debía, de cierto modo. Y me lo debía con creces. Aún así ... si nada funciona, volveré a tí. Siempre es a tí.

Fuiste mi apoyo, mi bastón, mi espada, mi lengua. Te has llevado una parte importante de mí, Candela. Es ridículo pensar que puedas llegar a sentir algo. Después de todo ... ¿qué eres?

Te extraño. Y siempre te recordaré, Gitana.